¡Qué lenta es la justicia chilena! Las sentencias se demoran innecesariamente porque definitivamente en la actualidad, se favorece más a los que infringen la ley que a los que la respetan.
¿En cuántas Municipalidades hay irregularidades que todos conocen y que siguen estancadas y nadie sabe por qué? ¿No sería mejor que estas maniobras que tienen que ver con grandes e impensadas cantidades de dinero, fueran resueltas a la brevedad? ¿Qué se consigue con demorarlas? ¿A quién se favorece?
Por esto y por otras cosas, es que el ciudadano (a) común desconfía y no cree en la justicia de hoy. Está convencido que favorece al poderoso y es implacable con el débil. Al revisar muchos casos, da la impresión que desgraciadamente es así y que no se hace nada por corregirlo. Hay determinaciones que llaman a la risa, como las clases de ética y otras que provocan estupor por lo ilógicas e injustas que resultan, ante la mirada resignada del ciudadano (a) común y corriente.
¿No se puede hacer nada para superar estas falencias que indignan a la mayoría? ¿No sería mejor que volviéramos a creer y a confiar en la justicia, en estos tiempos tan difíciles que vivimos?
Pareciera que no.