Como que de pronto nos damos cuenta que se nos va la vida. En el calendario revisamos y entendemos que ya hemos vivido más de lo que cronológicamente nos resta y encontramos que la vida es un milagro que aún no entendemos totalmente, pero que dura lo que demora un suspiro.
Empezamos a revisar lo que hemos vivido y cuántas personas han pasado por nuestra existencia. ¿Qué habrá sido de ellos? ¿Se habrán realizado? ¿Habrán sido felices? Las chiquillas que acompañaron nuestra rebelde juventud, ¿habrán concretado sus sueños y los amigos de ese barrio del pasado que añoramos, lograron lo que querían? Hay muchas preguntas más que nos hacemos una y otra vez. Descubrimos que el pasado es un recuerdo constante, que el presente lo estamos viviendo y que el futuro no existe, pese a que siempre estamos preocupados de él.
El mañana puede terminar en cualquier momento, destruyendo el presente y solo quedará el recuerdo de nuestro pasado, en los seres queridos. Hoy que vivimos un periodo de absoluta superficialidad, no comprendemos estas reflexiones. ¿Para qué? ¿Qué me importa todo eso ? ¿Cuánto voy a ganar al analizar esas cosas?
Preguntas que quedan en el aire y que no se comprenden. Viva el carrete y el pasarlo bien. Si después de esta vida no hay otra. ¿Quién lo asegura? Una pregunta que no tiene respuesta, en un mundo que nos cuesta entender, y que nos resulta tan cambiante y diferente a lo que estábamos acostumbrados.
Hoy lo seres humanos no se respetan, ni tampoco las instituciones, menos la vida y tantas otras cosas que antes venerábamos. El mundo cambió y el país también y lo que es peor, los seres humanos son otros, ni parecidos a los del pasado, porque la ambición los domina y se traduce en guerras, delincuencia y ansias de poder sin límites ni fronteras.
Estas son mis reflexiones. Si le sirven para repensar lo que estamos viviendo, me alegro. En caso contrario, olvídelas.
Hasta la próxima.