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Testimonio del primer bombero que entró a La Moneda tras el bombardeo del 11 de septiembre: “Yo vi al presidente Allende muerto”

por | Ago 28, 2023

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Alejandro Artigas tenía 24 años en septiembre de 1973 y además de ser estudiante de derecho en la U. de Chile, era teniente de la 1ª. Compañía de Bomberos de Santiago, entonces ubicada a 4 cuadras de La Moneda. A cargo de la guardia, debió concurrir junto a sus compañeros a sofocar el incendio del palacio presidencial. 50 años después, relató esos momentos en entrevista para Cada Día Mejor con Alfredo Lamadrid. El siguiente es parte de su testimonio que usted puede ver completo en nuestro canal Youtube.

¿Cómo manejaste el hecho desde la política?

Piensa que nuestros reglamentos y protocolos son muy sabios al respecto. Nosotros no tenemos diferencias sociales, políticas, económicas o religiosas, pero les dije a los muchachos que si alguien tenía algún temor, de cómo estaba su familia u otro problema, lo dijera antes y quedaba liberado.

¿Tú no hiciste ninguna insinuación personal?

No ninguna.

En la entrevista de Carolina Solari, en la Revista del Domingo, dijiste que viste a detenidos en el suelo ¿reconociste a alguno?

Había varios. Reconocí a uno de apellido Puccio y que después fue embajador, su nombre era Osvaldo, lo reconocí a la distancia.

¿Dentro de La Moneda, viste a otros detenidos conocidos?

Te recuerdo que nosotros entramos tres horas después del bombardeo a La Moneda, por lo tanto no sabemos qué pasó. Dentro no había detenidos, vi algunos fallecidos. La verdad es que no reconocí a nadie que yo conociera.

¿Relataste que tuviste problemas con la matriz del agua?

Te recuerdo que había un bando de la guarnición militar que no se podía salir. Nosotros salimos cuando ello lo autorizaron. El tema del agua nos pasa muy frecuentemente que el grifo está cerrado y que hay que abrir la matriz.

Pero no en esas condiciones…

Claro. En este caso yo no encontraba la matriz porque estaba debajo de un tanque, afortunadamente no debajo de la oruga porque la vi. Le hice señales al comandante del tanque para que se corriera y así pude abrir la matriz.

¿Tú viste al presidente Allende muerto verdad?

Lo vi muerto efectivamente, pero por casualidad. Yo era un muchacho y no me correspondía estar en ese lugar

¿Qué sentiste cuando viste el cadáver del Presidente?

Primero una sensación muy impactante de cómo se puede llegar a una situación así en un país como el nuestro. Siempre, estudiamos historia, educación cívica, yo estudiaba derecho. No  estaba dentro de nuestras mentes, de nuestras posibilidades, imaginar una cosa así. Y ver al Presidente  como estaba que era bastante dantesco el escenario, bueno infunde una tremenda responsabilidad de respeto y segundo una sensación también de inseguridad en términos corporativos, republicanos, no como bomberos.

Si esto está sucediendo en el palacio de gobierno y al Presidente Allende, nosotros suponíamos, yo personalmente y en esto no mezcló a nadie, suponíamos que efectivamente se había suicidado por la forma en que  estaba, pero era muy dramático.

¿Y no tenían una bandera para cubrirlo, posteriormente y sacarlo de La Moneda?

Eso fue una cosa muy comentada, ahí en el Salón de la Independencia, que el general Palacios (militar que dirigió la toma) había pedido una bandera para sacar el cuerpo del presidente Allende. Y claro no es que no hubiera banderas en el Palacio de La Moneda, lo que sucede es que la mitad del palacio estaba en ruinas, estaba quemado.

Yo no vi cuando lo taparon. Cuando salió era una especie de chamanto andino, norteño o peruano, de los que uno ve en muchas casas.

¿Trabajaron como siete horas continuadas?

Sí. Del cuerpo de Bomberos de Santiago, deben haber sido unas ocho compañías las que estábamos ahí, y otras tantas estaban en el incendio el Partido Socialista, a pocas cuadras, en la calle San Martín.

¿Tú has soñado alguna vez con el hecho en estos 50 años?

No.

¿Y lo has recordado con la gente que integraba la compañía?

Si, sin duda. Porque se han hecho entrevistas y un muchacho que se llama Miguel Cheyre con una periodista en un postgrado hicieron un video pero no para emitir al aire y lo presentaron como tarea para el postgrado en España.

Ese video se llama Fuego Cruzado y se da muchas veces como clase de ética por lo que intentamos ahí. Habla, el comandante Cuevas, el comandante Ilabaca, otros más y yo, para  transmitirle a la juventud que lo bomberos  vamos a cumplir una misión cueste lo que cueste y sin esperar recompensa ni hacer distingos políticos, religiosos, económicos o sociales con nadie.

¿Es cierto que algunos bomberos se llevaron algunas cosas y después las devolvieron?

Es cierto. Tengo que decirlo yo fui uno de los que tomo algo. Se habla muchísimo en medio de la trifulca era la ocasión para llevarse un recuerdo para los nietos. Eso está absolutamente prohibido en bomberos. Uno no se puede comer ni una manzana de la casa que se está quemando.

¿Cómo siente a los 50 años del golpe de Estado?

En los otros aniversarios, de fechas completas como los diez o veinte o treinta años, nos juntamos con la familia a ver los videos, un poco para que la familia entienda el papel que jugamos los bomberos,

Este año la idea es muy íntima, muy reservada. En la primera compañía probablemente nos vamos a juntar un día en la tarde a un conversatorio con los que quedamos. De los 22 de mi compañía vamos quedando seis. Un conversatorio con los muchachos jóvenes, que ven esto como muy a la distancia, así como cuando yo era niño y se hablaba de la caída del presidente Alessandri Palma, del general Ibañez o del presidente Balmaceda, y para nosotros era nada más que parte de la historia.

La gracia Alfredo aquí está en ser capaces de transmitir a los muchachos actuales que son bomberos los principios que son inalterables para nosotros.

La polola que se arriesgó para saber de Alejandro

Alejandro Artigas pololeaba por aquel entonces con una joven llamada Rosa María Barrenechea, sobrina del Premio Nacional Julio Barrenechea, con quien luego contrajo matrimonio y formaron familia. Ella había sido elegida Miss Ritmo, un popular concurso de la revista del mismo nombre, y también tuvo un gesto que el entrevistado no olvida.

“Rosa María Barrenechea era mi polola, tenía 19 años. Ella estaba muy desesperada, con mucho temor, sin saber qué pasaba conmigo ese 11 de septiembre. No había teléfonos en las casas, no había celulares.

“El día 13 cuando levantan el toque de queda por dos o tres horas, ella se arranca de su casa -vivía en la calle Dieciocho, frente al Palacio Cousiño- y se va a pie al cuartel de la primera que quedaba en Moneda con San Antonio, sin que sus padres supieran, para saber de mí. Estuvimos parados cinco minutos en la puerta porque no estaba permitido que entraran a los cuarteles personas que no eran bomberos,

“Luego se devolvió a su casa. Ella pasó a buscar a Armando Navarrete (comediante ya fallecido) para que la acompañara. Armando la acompañó y la fue dejar a su casa y gracias a eso no la retaron. Ella dice que yo era un cadáver”.

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