Así se titulaba un exitoso programa de la televisión estadounidense y así también se podría llamar la realidad que hoy vivimos en nuestro país.
Todo se castiga con el pago de multas por esto, lo otro y lo de más allá. Se obliga al ciudadano a ir a votar y si no lo hace se le castiga con una sanción monetaria.
Entendamos que la obligación de votar, constituye un acto que está reñido con la democracia libertaria, en que nos desarrollamos día a día.
¿Por qué hay una obligación de hacerse presente en cada elección?, porque de no ser así, la participación en la votación sería menos del 50 por ciento. Es decir, esto no es porque la política y sus representantes no logran seducir a los ciudadanos, sino porque es un acto patriótico que obliga a la gente a algo que libremente no haría.
Nadie entiende mucho, pero el que no cumple, paga una multa. Para no hacerlo gran parte de la población va a votar “a la fuerza”. Hay muchas otras cosas en el dinero manda y si no lo cree, revise la corrupción que domina al país.
Como usted ve, todo es dinero. Los principios, la ética y los ideales quedaron enredados en el pasado. Nunca creyeron los creativos estadounidenses del programa televisivo “All for money”, que se estaban anticipando a una época incomprensible, abusiva y castigadora, con un simple y vendedor espacio televisivo.