Especialista en el tema explica las razones
En Chile, es cada vez más frecuente que un paciente que consulta por un dolor aparentemente inofensivo termine recibiendo un diagnóstico de cáncer. Sin embargo, este diagnóstico no se resuelve fácilmente, especialmente para quienes están en el sistema público de salud. Aunque los afiliados a Isapre también enfrentan dificultades, el problema es más agudo en el sistema estatal. La atención en los hospitales públicos es excesivamente lenta, complicando aún más la condición de los pacientes.
¿Por qué es importante destacar esto?
Si el paciente hubiera sido atendido en tiempo y forma, como suele ser más común en las Isapres, el resultado podría haber sido diferente. Lamentablemente, debido a los altos costos de las Isapres, muchas personas han migrado al sistema estatal, revelando una crisis que se había ocultado hasta ahora y que se intensificó durante la pandemia de COVID-19. Desde entonces, los retrasos en la atención para pacientes con cáncer se han convertido en una realidad alarmante.
El problema principal es que, debido a las largas demoras en la atención, muchos pacientes llegan en estados más avanzados de la enfermedad. Cuando finalmente se realiza el diagnóstico, a menudo es demasiado tarde. Los hospitales deben formar comités oncológicos para decidir el tratamiento para pacientes cuyo estado ya está gravemente deteriorado. Las listas de espera pueden ser extensas, y los retrasos en el inicio del tratamiento son comunes. Como resultado, el paciente que comienza el tratamiento no es el mismo que el que llegó inicialmente; su salud ya se ha deteriorado significativamente.
La pandemia ha evidenciado una situación preexistente que estaba oculta y ha transformado un problema grave en una crisis aún mayor. Desde nuestra perspectiva, esta situación puede considerarse una especie de epidemia.
Este aspecto es solo una parte del problema; el factor socio-sanitario es crucial, pero hay más factores en juego. En las clínicas privadas, el diagnóstico suele ser más rápido y preciso gracias a la tecnología avanzada, lo que permite una detección más temprana. Sin embargo, incluso con tecnología de vanguardia, cuando se detectan células cancerígenas, la enfermedad puede estar bastante avanzada. Las células tumorales ya están presentes y están marcando el curso de la enfermedad.
El tratamiento convencional del cáncer —que incluye cirugía, radioterapia y quimioterapia— puede ser extremadamente tóxico y debilitante. Estos tratamientos, aunque necesarios, pueden tener efectos secundarios severos que agravan la condición del paciente. Además, si no se integran tratamientos complementarios que puedan aliviar los efectos secundarios y mejorar el bienestar general, como la eliminación de toxinas, una alimentación adecuada y suplementación con vitaminas, los pacientes están en una situación crítica.
¿Qué se puede hacer al respecto?
Es fundamental educar a la población sobre la disponibilidad de tratamientos médicos no invasivos que pueden complementar los tratamientos convencionales y ayudar en el manejo de enfermedades. Idealmente, en Chile, estos tratamientos clínicos complementarios deberían recibir apoyo del sistema estatal, permitiendo que instituciones como Nanobiohealth, con nuestra trayectoria y tecnología, podamos colaborar con la medicina tradicional para ofrecer una atención integral al paciente. En lugar de enfrentar la medicina integrativa y la tradicional, es crucial trabajar en conjunto para mejorar la salud de los chilenos. Esta colaboración puede ofrecer un enfoque más completo y efectivo en el tratamiento del cáncer y contribuir a una mejor calidad de vida para los pacientes.
Para enfrentar la crisis del cáncer en Chile, es esencial reformar el sistema de salud, aumentar la inversión en infraestructura y considerar tratamientos complementarios. Solo de esta manera podremos ofrecer una atención más accesible y eficaz y brindar esperanza a quienes luchan contra esta enfermedad.