Decenas de establecimientos que se los llevó el tiempo
Había muchos lugares donde se carreteaba y se pasaba bien. En el centro de nuestra capital estaban, entre muchos otros, el Waldorf y el Nuria que ofrecían unos especiales y agradables aperitivos y después una comida bailable, con orquesta en vivo.
También el Hotel Carrera invitaba a saborear un trago, con acompañamiento musical y la voz de una lady crooner de especiales características.
Había en ese sector céntrico variados lugares para cenar, como el Chez Henry y el Bosco, entre muchos otros.
Después, avanzada la noche, el carrete se trasladaba a las boites o a la parte la parte alta de la ciudad. Ahí estaban las discotecas, siendo Las Brujas, la más atractiva, seguida por el Drive in Charles, el Casamila y el Play Train, que eran unos carros de tren, donde se bebía y se bailaba.
En el centro de Santiago, también se destacaban algunas discotecas, como las Catacumbas 2.000 o La Posada del Corregidor.
Todos los lugares que hemos recordado, ya no existen. La Taberna Capri, en la calle San Antonio, fue una de las últimas en desaparecer, dejando tras su final un dejo de nostalgia y melancolía, que nos habla de lo que fueron aquellos años y que ya no volverán jamás. Así pasa la vida y nadie lo puede evitar. Ni siquiera los que lo rememoramos con cierta tristeza lo que se fue, sin que casi nos diéramos cuenta.
Nos cuesta rechazar nuestra memoria, sobre todo cuando vemos lo que es hoy el centro capitalino y sin duda nos resulta imposible compararlo con lo que fue ayer.