Documental de Maité Alberdi postula al Oscar de la Academia.
El éxito ha sido tal, que se convirtió en el más visto en la historia del cine nacional, además de ser galardonado con Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Sundance y recibir por primera vez para una obra chilena el Premio Goya como mejor película iberoamericana.
El trabajo de Maité Alberdi (en la foto) no es una casualidad. Ya en 2021 había sido nominada al Oscar por “El agente topo”, mostrando en su nueva producción toda una sensibilidad para plasmar una historia de amor en medio de una enfermedad, destacando la memoria como un elemento de identidad.
La historia de la actriz Paulina Urrutia y Augusto Góngora trascendió nuestras fronteras. Es así como la periodista Noelia Gómez, del medio argentino Infobae, conversó con la exministra de Cultura, quien le contó detalles que no se conocían sobre el documental. El siguiente es un extracto de esa conversación y que se puede leer completa en el sitio Infobae.ar.com.
“¿Cómo fue tomar la decisión de realizar el documental? Frente al ofrecimiento de Maite, quien tomó la decisión de hacer la película fue Augusto. El problema es que ya con el diagnóstico que tenía, que se lo habían dado cuatro años atrás, todo su entorno, es decir, los hijos, sus amigos y particularmente yo, éramos responsables de sus decisiones. En ese sentido, Augusto siempre tuvo la libertad y la capacidad de decidir hasta muy avanzada su enfermedad. El punto es que nosotros nos quedamos con esa responsabilidad y eso fue lo más difícil.
Por la pandemia tuvieron que detener la filmación, y la directora te dejó una cámara, ¿qué te sucedió en ese proceso tan complicado? Cuando llegó el momento de la pandemia y ella me plantea que la película llegó hasta ese momento, ya que iba a ser muy difícil que nosotros podamos retomar. Ella tiene la idea de dejar una cámara ahí, no para que fuera parte del material, sino porque no quería perder la relación con nosotros. En un comienzo, era para que yo a través de esa cámara la hiciera testigo a ella de lo que nosotros vivíamos día a día. Nunca pensé que ese material iba a ser utilizado en la película y Maite menos, sobre todo por la calidad de mi registro. Ese material quedó con una naturaleza que es la esencia del testimonio, muestra la necesidad que uno tiene de compartir lo que está viviendo.
¿Qué te pasó esa primera vez que lo viste? En un principio, no quise verla hasta que llegó el Festival de Sundance y Maite me dice: Paulina, tienes que ver la película. En términos personales fue como si Augusto me estuviera tocándome el hombro y diciéndome “viste que había que hacerla”. Era algo típico que hacía cuando nosotros discutimos, porque teníamos opiniones siempre distintas de las cosas. Fue impresionante porque, obviamente, conocía la filmografía de Maite, me encontré con una película, que era la menos Maite y la más Maite de todas. A ella se le coló la vida porque siempre fue tan perfecta, todos sus planos son bellos y aquí tuvo que trabajar con materiales de archivo o fuera de foco.
¿Cómo fue mostrar esa intimidad que vivían diariamente? Es muy bonito en la película, cómo se ve que Augusto dependía de mí, y cada vez fue más, pero también muestra que yo dependía de él. Esa relación de un trato digno hacia la persona que está enferma. Generalmente, las personas que están enfermas se infantilizan, se tratan como niños y desaparecen. Cuán importante es darnos cuenta, que el ser humano requiere al menos de una persona que te contenga en los momentos de fragilidad, de dolor o de precariedad y vulnerabilidad y cuán fundamental es ser esa persona para aquel que lo necesita.