Cuando ya estaba trasformada en una leyenda, de aquellas que perduran, que se resisten a desaparecer, que se señalan como ejemplo, surge la noticia de que la Universidad de Concepción revivirá la carrera de Teatro, hecha desaparecer por la dictadura de Pinochet en 1973.
Imponerse del feliz suceso académico motiva a repensar ¡Tanto tiempo estuvo el plantel de educación superior sin hacer arte dramático! y, por cierto, ¡Cómo es posible que la comunidad penquista haya soportado medio siglo sin cultura escénica!
Sin embargo, esa fue la verdad universitaria docente histriónica durante 50 años. Realidad que, afortunadamente, el mes pasado cambio con la llegada de los primeros estudiantes de la flamante carrera de Teatro a las aulas de la región del Biobío. Dependiendo de la Facultad de Humanidades y Artes, y teniendo entre sus académicos a Miriam Álvarez, licenciada en arte dramático de la Universidad de Río Negro, Argentina, sólo 47 postulantes, entre 130, fueron seleccionados para adentrarse en los secretos de la actuación, dirección, expresión corporal, voz y técnicas de montaje que otrora pusieran al TUC en el mismo nivel del Teatro Experimental de la U y el de Ensayo de la UC.
Y no estoy exagerando. ¿Saben en qué año la juventud penquista empezó a realizar historia teatral? ¿Quieren conocer algunas de sus figuras? Tratando de hacer justicia, levemente, hurguetearé en la memoria:
– Apenas tres años después que la Universidad de Chile creara su Teatro Experimental, en 1944, al celebrarse el 25° aniversario de la fundación de la U de Conce, siendo rector Enrique Molina Garmendia, en su Sociedad de Ex-alumnos se formó su primer grupo de teatro. Tantos aplausos recibió la iniciativa que, al año siguiente, con el respaldo de David Stitchkin, académico de Derecho, su Facultad los acogió y al fin de la temporada, un 19 de noviembre de 1945, oficialmente debutaron con la obra La zapatera prodigiosa, escrita por Federico García Lorca.
– Nombres de algunos de sus pioneros: Brisolia Herrrera, Mirella Moya, Inés Fierro, Roberto Navarrete, Andrés Rojas Murphy, Tennyson Ferrada, Nelson Villagra. Imposible dejar de mencionar a los hermanos Duvauchelle, Héctor, Humberto, Orieta Escámez, que desde su natal pueblo Bulnes trasladaron su talento y entusiasmo a Concepción.
– Capítulo insoslayable fue la presencia de famosos actores santiaguinos que, atraídos por tan reluciente y valiosa empresa escénica, llegaron a integrar sus elencos: Delfina Guzmán, Jaime Vadell, Luis Alarcón y de los consagrados Gustavo Meza y Pedro de la Barra que, en 1959, les puso en escena Población Esperanza, con autoría de Isidora Aguirre y Manuel Rojas. De igual modo, llegó a dirigir el TUC Pedro Mortheiru, Premio Nacional de Arte y a, continuación el dramaturgo Juan Guzmán Améstica, autor de “El Wurlitzer”, con quien, a modo anecdótico, tuve el gusto de compartir aula, a fines de los 50, en la Escuela Nocturna de Teatro de la Universidad de Chile.
Rememoro que la U penquista también formó dramaturgos de categoría. Uno de ellos fue José Chesta, idealista profesor normalista que ejercía docencia en una escuela pública de Penco, muerto trágicamente en accidente automovilístico y que diera a luz Las redes del mar. Por su calidad, su obra ganó todos los premios y al venir la compañía a Santiago a fines de los 50, fue presentada en el teatro Camilo Henríquez. Al cerrar estas líneas no puedo dejar de lamentar que 30 años de tanto esfuerzo teatral regionalista, igual otras obras democráticas, dejara de existir por mandato de la dictadura militar. Sólo conforma exclamar un esperanzador ¡Bienvenido TUC!