Ver noticias en la pantalla televisiva, es sumirse en un mundo de violencia e incertidumbres que nos aterra y nos desconcierta. Aparte de la guerra entre Rusia y Ucrania, que no se detiene y que demuestra la ineficacia de los organismos internacionales, en muchos otros países existen manifestaciones contra las decisiones gubernamentales. En Francia, en Bélgica, en Perú, Bolivia y en cuántos más, aparte de la delincuencia que crece en todas las sociedades y cada vez se presenta con mayor agresividad.
Da la impresión que la vida en el último tiempo, como dice el chilenismo, “vale callampa”.
Desde la pandemia, pareciera que los seres humanos cambiaron, también sus escalas de valores, se cuestionaron situaciones que antes no les inquietaban y fueron demandando. Hechos que parecían no importarle (¿quién fue el general Baquedano y qué hizo?). Destruyeron templos religiosos, comisarías de Carabineros, saquearon locales comerciales, pintaron las calles y también hicieron lo que se les ocurrió, sin respetar nada ni a nadie.
El daño sicólogo y social de las personas ha sido evidente y por lo mismo, las preguntas aparecen solas. ¿Nos iremos a recuperar de todo esto? ¿Volveremos a ser cómo antes? ¿Será el dinero tan importante, como lo es ahora? ¿Seguiremos tan agresivos? ¿Volveremos a recuperar los sueños, las quimeras y las ilusiones? ¿Seremos más románticos? ¿Recuperaremos la escala de valores que nos regía, donde la consecuencia y la dignidad eran prioritarias?
Las respuestas no las sabemos, aunque tenemos algunas dudas… ¿y en la duda? Abstente.