Tras la muerte de la reina Isabel II, el mundo recuerda las situaciones y los personajes que marcaron su vida. Uno de los costados más coloridos fue su fanatismo por los perros corgi.
En 2020, justo en el comienzo de la pandemia circuló una foto de la reina a punto de aislarse en el castillo de Windsor con una de sus mascotas preferidas en su falda.
Además, según una nota del diario británico The Sun, desde febrero del año pasado llegaron a su vida con dos nuevos ejemplares.
Las fuentes cercanas detallaron que estos nuevos integrantes de la realeza británica fueron un pilar fundamental para atravesar los momentos de angustia por la muerte de su marido y también por la situación mundial tan complicada debido a la crisis que provocó el Covid.
Los biógrafos reales más confiables aseguran que esta debilidad monárquica fue de larga data. Una nota de la revista Hola recopiló que esta raza -cuyo nombre científico es Pembroke Welsh Corgi o Corgi Galés de Pembroke- llegó a la familia real británica en 1933. El padre de la Reina, el rey, trajo a su hogar el primer ejemplar. A partir de ahí, se inició una feliz tradición. La primera mascota de su familia se llamó Dookie y llegó al hogar cuando Isabel tenía 7 años.
Luego, por las reglas familiares tan rígidas de aquel entonces, Isabel tuvo que esperar a cumplir 18 años para tener su propio corgi. Justo ese día, cuenta la revista Hola, le regalaron a Susan.