¿Habrá alguna razón que nos lleve a confundir una marcha conmemorativa de un hecho, a la que se integran impunemente elementos que usan esta respetable manifestación, para ocasionar robos, saqueos, enfrentamientos y barricadas?
En la parte final de la romería hacia el cementerio con motivo del aniversario 49 del golpe de Estado de 1973, se ubican encapuchados que tienen otras intenciones y que pretenden destruir todo lo que aparezca ante sus ojos, sin que se sepa por qué y para qué.
¿Qué pretenden estos guerrilleros urbanos? ¿Destruir nuestro patrimonio? ¿Desafiar a la autoridad? ¿Ocasionar problemas al comercio establecido? ¿Delinquir sin tener consecuencias? ¿Lograr imponerel imperio de la violencia y la destrucción?
No sabemos. Nadie lo sabe, ni siquiera ellos que imponen el mundo de la violencia en gobiernos de derecha y de izquierda. O sea, ¿nadie puede detenerlos? preguntará usted. Pareciera que no o por lo menos hasta ahora no.
¡Qué lástima! Unos pandilleros de poca monta enfrentan a la autoridad y a los gobiernos, sin que nadie lo evite definitivamente. Por lo mismo, ante cualquier manifestación, ellos imponen el reino de la violencia.
Nada ni nadie ha sido capaz de impedirlo. Ni ayer ni hoy. ¿Quién gana con esto? Nadie, absolutamente nadie. Una lástima que no podamos derrotar a estos incorregibles habitantes de nuestra querida Patria.
