“Mucho ruido y pocas nueces” tuvo la gala, disfrazada de Noche Cero. De pronto se hizo interminable (4 horas) viendo pasar a “personajes” que trataban de decir cosas inteligentes, con discursos plagados de lugares comunes y frases hechas ya demasiado escuchadas. Incluso un extravagante señor que vive fuera del país y que trató de llamar la atención recurriendo a cualquier cosa, ocupó una exaltación patriotera, totalmente fuera de lugar.
Fueron pocas y pocos los que desfilaron con señorío y galanura y que entendieron el nuevo sentido de una actividad que en tiempos, como los que vive el país resulta cuestionable.
Sin duda, hay preguntas que sería bueno responder:
¿Quién o quiénes eligen a los participantes? ¿Bajo qué criterio se realiza esta elección? Porque definitivamente en esta mezcla de modelos, juezas, doctores, cantantes, cocineros, periodistas, socialités, figuras de la televisión, influencer de las redes, personajes de la farándula, infaltables figurones de siempre y “colados” que no faltan, hay muchos que están demás y otros que se echan de menos.
Estamos en una etapa en que se pretende cambiar todo, lo importante es revisar y mejorar lo que se pueda y mantener lo que tenga valor y, lo más importante de la “gala”, es el público que la presencia y la disfruta. En esta oportunidad, no se le tomó en cuenta y se le postergó innecesariamente.
En el programa transmitido por televisión abundaron los adjetivos “espectacular”, “impactante”, “increíble“, “nunca visto”, “extraordinario” y muchos otros calificativos que se repitieron incansablemente y que en muchos casos estaban absolutamente demás.
Ojalá se le haga una reingeniería, para superar los errores y fortalecer las virtudes. Por el momento, dejémosla en el olvido.
