El derecho a la esperanza… por Alfredo Lamadrid B.

El derecho a la esperanza… por Alfredo Lamadrid B.

Cuando se pierde ese derecho, que es lo último a que podemos acudir, no queda casi nada… o sencillamente nada.

Aurelio, vive en un barrio de Renca. Sale todos los días a las 6 y media de la mañana, ya que trabaja en una construcción que se ubica en la parte alta de la ciudad y donde las labores comienzan a las 8 y media. Después de una ardua jornada laboral, interrumpida por la colación que lleva de su casa, vuelve a su hogar cerca de las 9 de la noche. Cansado, sin ganas de nada y sabiendo que, al día siguiente, su jornada será igual. Sus dos hijos duermen y su esposa lo espera con un modesto plato de comida. El fin de semana vende músicas (canciones en diferentes formatos y revistas antiguas), en una feria cercana donde atiende un humilde local.

En suma, es un trabajador que lucha honestamente todos los días y lo que gana, no le alcanza y vive endeudado.

¿Le parece justo? ¿No es la de él una situación irritante? ¿No debiera tener mejor suerte?

Bueno, él me dijo que había perdido “el derecho a la esperanza”. En su caso, ¿usted lo tendría?

Yo creo que, a mí por lo menos, se me habría extraviado y no sé si tendría ánimo para recuperarlo.

Alfredo Lamadrid B.

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