Esa extraña frivolidad que nos invade y nos detiene

Esa extraña frivolidad que nos invade y nos detiene

En el país actual y moderno que vivimos, la frivolidad es protagonista. Lo invade todo. La política, la sociedad, el deporte, la cultura, el espectáculo y cualquier manifestación ciudadana. La televisión no la nombramos porque ya está infectada hace largo tiempo. Ahí todos bailan, periodistas, invitados, conductores y quién se le ocurra, mientras los noteros en las playas preguntan lo mismo de todos los veranos.

¿Qué nos pasó?, que de un momento a otro, todo lo llenamos de frivolidad en cinco minutos. Y si alguien pretende ponerse serio, es porque no tiene un sentido lúdico de la existencia. La vida nos trae alegrías, penas, sinsabores, logros, frustraciones, problemas y tantas otras sensaciones que cada día enfrentamos. No todo es risa, ni frivolidad desatada. Ni lo uno ni lo otro. ¿Estamos muy contentos de tener el país que hemos logrado? Es para celebrar la inseguridad que hoy existe, la falta de dinero que ataca a la mayoría, la inmigración desatada, las pensiones de los que jubilan o la justicia de la que reclamamos continuadamente, junto a la salud, la educación, la tributación, la inflación o la situación de la Araucanía. Todo esto y mucho más, es para la carcajada o el bailoteo a qué recurrimos constantemente?

En alguna oportunidad, una bella modelo señaló que lo que más le importaba de un hombre era su sentido del humor. La respuesta fue inmediata: cásate con un humorista.

No se trata de ser tonto grave, pero tampoco un payaso que a todo le busca el humor. Hay muchas cosas que nos preocupan y que debemos tomar en serio. No todo es para la chacota y la entretención. Cada cosa en su lugar.

¿No le parece?

Alfredo Lamadrid B.

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